Pornografía y actitudes hacia las mujeres: una revisión sistemática

Abstract

En la actualidad, el consumo de pornografía es un fenómeno que genera preocupación y un debate social acerca del efecto que puede tener en sus consumidores. La investigación de sus consecuencias abarca múltiples áreas, desde la adicción, la disfunción sexual, la práctica de conductas sexuales de riesgo hasta las agresiones sexuales o el aumento de la desigualdad de género, algo especialmente acusado por el plano de inferioridad al que se relega en ocasiones a las mujeres en los vídeos pornográficos. La aceptación de la pornografía ha ido incrementándose a nivel mundial. La accesibilidad de la pornografía es elevada: se estima que el 12% de la Surface, aquella parte de la red visible y accesible para el público general, es contenido pornográfico y Pornhub, una de las páginas más visitadas en este sector, recibió un total de 115 millones de visitas cada día en el 2019, estando España dentro de los 20 países más consumidores. Además, la preocupación por los posibles efectos aumenta al tener en cuenta la edad de los consumidores: un 63,7% de adolescentes de entre 13 y 17 años ha consumido pornografía alguna vez en su vida; el 53,8% había accedido por primera vez antes de los 12 años y el 30% la utilizaban como sustituta de la educación sexual (Sanjuan, 2020). Esto es especialmente alarmante cuando se tiene en cuenta el tipo de contenido al que se puede acceder. Un ejemplo de ello son las agresiones no consentidas, que según algunos estudios supone entre 10% y un 45% de los vídeos (Fritz et al., 2020), o contenido ilegal como vídeos de pornovenganza o de material abusivo de menores. Para estudiar si existen efectos sobre las actitudes hacia la mujer y la violencia sexual derivados del consumo de pornografía, se ha realizado una revisión sistemática de la literatura estudiando cuatro constructos: sexismo, cosificación, aceptación de la violencia contra la mujer, y de la violencia sexual. Como conclusión, los resultados evidencian que existe un efecto de la pornografía sobre algunas actitudes hacia las mujeres y la violencia sexual; estos varían dependiendo del tipo de pornografía (mainstream vs. violenta) y los estudios son normalmente realizados con población masculina y no femenina.

Currently, consumption of pornography generates concern and a social debate about its potential effect over users. The investigation of its consequences covers multiple areas: addiction, sexual dysfunction, risky sexual behaviors, sexual assaults, gender inequality... generally because of the level of inferiority given to women in pornographic videos. Acceptance of pornography has been increasing worldwide. The accessibility of pornography is high: it is estimated that 12% of the Surface accessible to the general public is pornographic content and Pornhub, one of the most visited pages in this sector, received a total of 115 million visits every day in 2019, being Spain within the 20 most consuming countries. In addition, concern about its potential negative effects increases when taking into account the age of the consumers: 63.7% of adolescents between 13 and 17 years old have consumed pornography at some time in their life; 53.8% had accessed for the first time before the age of 12 and 30% used it as a substitute for sexual education (Sanjuan, 2020). This is especially alarming if we consider the type of content that can be accessed. An example of this is non-consensual aggression, which according to some studies represents between 10% and 45% of videos (Fritz et al., 2020), or illegal content such as revenge porn videos or abusive material of minors. To study whether there are effects on attitudes towards women and sexual violence derived from the consumption of pornography, a systematic review of the literature has been carried out studying four constructs: sexism, objectification, acceptance of violence against women, and violence sexual. In conclusion, the results show that there is an effect of pornography on some attitudes towards women and sexual violence; it varies depending on the type of pornographic material (mainstream vs. violent) and studies are usually conducted with men but not women.