El pulso de la vida espiritual del cristiano es la oración. Experiencia y magisterio del P. Diego Laínez (1512-1565)
Abstract
Diego Laínez perteneció al grupo de los primeros jesuitas y fue el
segundo prepósito general de la Compañía de Jesús (1558-1565).
Con poco más de veinte años, recibió los Ejercicios espirituales de
Ignacio de Loyola en París en 1534. Destacado teólogo y hombre
de gobierno, Diego fue, ante todo, un hombre de oración constante a través de la cual procuraba encontrar a Dios en todas las
cosas. Este capítulo recupera esta dimensión más desconocida de
Laínez mostrando su cuidado e interés por el ministerio de los
Ejercicios espirituales como experiencia fundante en la vida espiritual de los jesuitas y su delicadeza a la hora de ofrecer pautas
y consejos sobre la oración. Para adentrarnos tanto en su experiencia como en su magisterio, este artículo se basa en dos fuentes
del mismo Laínez. Por una parte, las cartas, de marcado carácter
exhortativo y pastoral respondiendo a situaciones muy concretas
y, por otra, sus tratados sobre la oración y sobre la tribulación,
dirigidos a diversos tipos de personas, donde expone de manera
más sistemática el proceso de la oración ignaciana como medio
para estar unido a Dios en el camino de la vida. Diego Laínez belonged to the group of the first Jesuits and was the second Superior General of the Society of Jesus (1558–1565). At just over twenty years old, he received the Spiritual Exercises from Ignatius of Loyola in Paris in 1534. A distinguished theologian and leader, Diego was above all a man of constant prayer, through which he sought to find God in all things. This chapter recovers the lesser-known dimension of Laínez, highlighting his care and interest in the ministry of the Spiritual Exercises as a foundational experience in the spiritual life of Jesuits, and his sensitivity in offering guidance and advice on prayer. To delve into both his experience and his teachings, this article draws on two sources by Laínez himself: his letters—marked by exhortative and pastoral tone in response to specific situations—and his treatises on prayer and tribulation, addressed to various audiences, where he systematically presents the process of Ignatian prayer as a means to remain united with God throughout life’s journey.