El fundamento racional de la creencia en la trascendencia : la apuesta hermenéutica por la trascendencia según la antropología filosófica de Charles Taylor

Abstract

Esta tesis examina el problema de la existencia de Dios desde la antropología filosófica de Charles Taylor. En particular, busca explorar si es posible fundamentar filosóficamente una creencia racional en la trascendencia, tomando como punto de partida nuestra condición encarnada. Con este objetivo, la investigación se divide en dos secciones claramente diferenciadas. En la Parte I, a partir del pensamiento de Taylor, se identifican las estructuras trascendentales del sujeto humano, es decir, aquellas facetas invariables de la personalidad humana que posibilitan su actividad: los trascendentales moral, lingüístico y espiritual. Estos análisis sugieren que nuestro hacer en el mundo está orientado por significados o bienes que no son meros productos subjetivos, sino que parecen implicar una apertura hacia algo mayor. Desde esta concepción tayloriana de la persona, en la Parte II se exploran las implicaciones del fenómeno religioso en relación con la creencia e increencia en la trascendencia. Concretamente, se examina el fundamento racional del teísmo desde una perspectiva hermenéutica. Taylor adopta el principio de la mejor explicación, entendido como un método racional e interpretativo que evalúa distintas concepciones de la realidad en función de su capacidad para dar cuenta de la actividad humana. Desde esta perspectiva, el filósofo canadiense argumenta que la increencia en la trascendencia no es una posición epistemológicamente más neutral, sino que también implica una construcción valorativa basada en ciertos presupuestos. Su apuesta por la trascendencia se basa en dos familias de argumentos distintas pero complementarias. La primera señala que la creencia en la trascendencia no solo es una posibilidad racionalmente legítima, sino también una opción superior que permite mantener abierta la exploración de dimensiones más profundas de la existencia humana, en contraste con una postura escéptica o agnóstica que, al suspender el juicio, podría limitar el acceso a verdades potenciales. La segunda subraya que el teísmo, como apuesta hermenéutica, ofrece una explicación más satisfactoria de las cosas que percibimos como valiosas y de los dilemas sentidos en nuestro hacer. La originalidad de Taylor radica en que fundamenta esta apuesta sin recurrir a la epistemología moderna tradicional, es decir, sin apoyarse en el fundacionalismo ni en criterios desligados de nuestra imbricación en el mundo. En su lugar, plantea un marco interpretativo en el que el significado y la verdad emergen de nuestra implicación biográfica: de nuestra participación en nuestra comunidad histórica, de la articulación y reformulación de la importancia que tienen las cosas en nuestra experiencia del mundo qua hombres. Como se puede ver, el principal interés de esta tesis doctoral es la búsqueda de un fundamento para la creencia en Dios que parta de la propia condición humana, en lugar de basarse en postulados externos o puramente metafísicos que asumen como dado lo que deberían justificar. Desde esta óptica, el pensamiento de Taylor permite considerar la creencia en la trascendencia como una opción racionalmente defendible, arraigada en la experiencia encarnada del ser humano y su existencia situada en un mundo tanto espacial como valorativo. Así, lejos de ser una imposición externa, la apertura a la trascendencia o la creencia en Dios puede entenderse como una respuesta filosóficamente legítima ante la pregunta por el sentido último de la vida humana.

This PhD thesis examines the problem of the existence of God through the lens of Charles Taylor’s philosophical anthropology. In particular, it seeks to explore whether a rational belief in transcendence can be philosophically grounded, taking as its starting point our embodied condition. To this end, the research is divided into two distinct sections. In Part I, drawing on Taylor’s thought, the transcendental structures of human agency are identified—that is, those invariant facets of the human person that make its activity possible: the moral, linguistic, and spiritual structures that constitute human agency. These analyses suggest that our engagement with the world is structured by meanings or goods that are not merely subjective constructs but rather seem to imply an openness to something greater. Building on this Taylorian conception of the person, Part II explores the implications of religious experience for belief and unbelief in transcendence. Specifically, it examines the rational foundation of theism from a hermeneutic perspective. Taylor adopts the Best Account principle, understood as a rational and interpretative method for evaluating different conceptions of reality in terms of their ability to account for human agency. From this perspective, the Canadian philosopher argues that unbelief in transcendence is not a more epistemologically neutral stance; rather, it too entails a value-laden construction grounded in certain presuppositions. Taylor’s commitment to transcendence rests on two distinct but complementary lines of argument. The first asserts that belief in transcendence is not only a rationally legitimate possibility but also a preferable option, as it preserves the openness to exploring deeper dimensions of human existence—in contrast to a skeptical or agnostic stance that, by suspending judgment, may foreclose access to potential truths. The second emphasizes that theism, as a hermeneutic commitment, provides a more compelling explanation of the things we perceive as valuable and of the existential dilemmas that arise in our engagement with the world. Taylor’s originality lies in his articulation of this position without relying on traditional modern epistemology—that is, without appealing to foundationalism or criteria divorced from our embeddedness in the world. Instead, he develops an interpretative framework in which meaning and truth emerge from our biographical involvement—from our participation in a historical community and from the ongoing articulation and reformulation of the significance that things hold in our experience of the world qua human beings. As is evident, the primary concern of this dissertation is the search for a philosophical foundation for belief in God that arises from the human condition itself, rather than relying on external or purely metaphysical postulates that assume as given precisely what they ought to justify. From this perspective, Taylor’s thought allows belief in transcendence to be considered a rationally defensible option, rooted in the embodied experience of the human being and its situated existence within a world that is both spatial and value-laden. Thus, far from being an external imposition, openness to transcendence—or belief in God—may be understood as a philosophically legitimate response to the question of the ultimate meaning of human life.