Las Migraciones, un reto del siglo XXI

Abstract

La Antropología describe las claves que definen a la persona humana. Una de ellas es que adapta el medio a su situación. Es lo que llamamos cultura. Este carácter adaptativo de la especie humana le permite buscar siempre las condiciones políticas, económicas y sociales para poder desarrollar todas sus capacidades. La búsqueda de un futuro mejor motiva a las personas a trasladarse de un lugar a otro y a conocer otras culturas y lenguas. Por eso podemos decir que los fenómenos migratorios ayudan a la comprensión de la historia humana desde sus orígenes. A mediados del siglo diecisiete la Paz de Westfalia señala el momento histórico a partir del cual la movilidad humana está regida por principios políticos. Hasta este momento, desde un punto de vista técnico, se habla de invasiones y conquistas pero no de migraciones. A partir de entonces el número de migrantes se ha incrementado exponencialmente hasta el punto que hoy hablamos de un fenómeno global que cuestiona nuestras estructuras políticas y sociales. La idea de una nación estado sobre la que se apoya la comunidad internacional está convirtiéndose en obsoleta porque muchos son ya lo que por motivos de guerra, terrorismo, deslocalización industrial y por expectativas de un futuro mejor abandonan sus países de origen y buscan asentarse en tierra extraña. Es importante destacar que en los países desarrollados el número de los expatriados está creciendo rápidamente debido a una economía cada vez más globalizada. No es por tanto solo un fenómeno del mundo subdesarrollado hacia el primer mundo. En algunos casos de países desarrollados, la tasa migratoria es negativa, es decir, son más los que abandonan el país que los emigrantes que llegan. Este dato nos habla de la complejidad de los fenómenos migratorios en nuestro siglo. La legislación internacional en vigor otorga a los Estados el derecho de legislar sobre la inmigración en sus fronteras. Las Naciones Unidas en la Declaración Universal de los Derechos Humanos, establece el derecho a la salida y al retorno al propio país; pero no reconoce el derecho a la emigración. Hay una excepción, la situación de refugiado, garantizada en la mayor parte de los países. Este hecho introduce una nueva perspectiva en los fenómenos migratorios. Se trata del factor ético como ingrediente esencial en las decisiones políticas. Propongo en esta ponencia dar prioridad a la aproximación ética frente a la aproximación jurídica. Más en concreto, vertebrar el análisis de la migración introduciendo la hospitalidad y la compasión como factores esenciales a tener en cuenta por todos los actores sociales. Haciéndolo así, nos pondremos del lado del avance de la historia hacia un futuro más humano que incluya la diversidad y la ciudadanía global entre sus señas de identidad.

Anthropology describes human beings as in continuous search for better financial, political and social environments in which to develop their capabilities. Pursuing a brighter future drives people to move from one place to another, from their native culture and language into a different one. Due to this persistent fact we can call migration as a key factor in understanding the history of mankind. In the mid seventeenth century the Westphalia Peace Agreement marked the beginning of human mobility based on political rights. This explains why scholars previously talked about invasions and conquest prior to this event rather than of migrations. Since that time the number of migrants has increased exponentially to the extent that in today s world we speak of a globalized phenomenon that challenges our political structures. The idea of a nation state, formerly the cornerstone of the international community, is becoming obsolete in a world where many nationals are uprooted by wars, terrorism, manufacturing delocalization and the desire in underdeveloped countries of pursuing a better future for the families. It is also noticeable that in developed countries the number of expatriates is soaring in the 21st century due to a globalized economy. In some cases, the migration flux is negative, that is to say, more nationals from rich countries leave than immigrants from poor countries arrived. This shows the complexity of this issue. Present legislation gives Nations the right to implement policies concerning migration. The UN establishes the guiding principles for legislation concerning the right to leave and to return to one s country. Although these are globally recognized rights, migration is not considered a Human Right. There is, however, one exception to this, guaranteed in most parts of the world: the so called Refugee Status. This opens a whole new perspective because it introduces the ethical factor at the forefront of political decisions. I propose to emphasize the ethical approach versus the juridical. Social actors must take into account hospitality and compassion as driving forces to tackle the migration problem. By doing so, we will find ourselves in the right path of history. Cultural Diversity and Global Citizenship will become not just words but also realities that would make us better persons dwelling under a common roof.