Los derechos de los animales en serio

Abstract

En los últimos años, entre la opinión pública se ha extendido la idea de que es necesario poner freno a muchas tradiciones y prácticas que implican el sufrimiento animal. Estas reivindicaciones en ocasiones se han hecho demandando un aumento de la regulación y, en otras, defendiendo la abolición de la relación entre los animales humanos y no humanos porque los primeros siempre explotan a los segundos. El término derechos de los animales ha comenzado a utilizarse en el discurso social y político, siendo muchas veces discutido por parte de los juristas que entienden que sin agencia y subjetividad moral difícilmente alguien puede ser titular de derechos, sino más bien receptor de determinados deberes. En otros casos, los que han utilizado la expresión derechos de los animales se referían a derechos morales y no a derechos jurídicos, faltando un análisis legal detallado acerca de cómo plasmar esas reivindicaciones morales en normas jurídicas efectivas. El presente volumen pretende colmar en parte esa laguna. Por un lado, se defiende que los animales son miembros de la comunidad moral en tanto que están dotados tanto de moral como estructura como de moral como contenido y son capaces de aprender y obedecer (y desobedecer) determinadas reglas. A partir de ahí, se entiende que son las comunidades políticas las que reconocen derechos jurídicos a sus miembros y, en este sentido, no todos los animales pertenecen a las mismas comunidades políticas, como Sue Donaldson y Will Kymlicka explicaron con detalle en Zoopolis (2011). Este libro repasa los derechos de ciudadanía que tendrían que tener reconocidos los animales que forman parte de nuestras comunidades políticas, derechos que no solo son de libertad, sino que alcanzan también a los derechos sociales y los derechos políticos, analizando cuestiones como la ganadería industrial, la alimentación o el uso de pieles. Tomarse en serio los derechos de los animales significa otorgarles la condición de ciudadanos con iguales derechos que los que los ciudadanos humanos ya disfrutamos.

In the last years, public opinion has discussed the idea that it is necessary to stop many traditions and practices that involve animal suffering. These demands have sometimes been made demanding an increase in regulation and, in others, defending the abolition of the relationship between human and non-human animals because the former always exploit the latter. The term "animal rights" has begun to be used in social and political discourse, often being discussed by lawyers who understand that without agency and moral subjectivity it is difficult for someone to be the holder of rights, but rather the recipient of certain duties. In other cases, those who have used the expression animal rights referred to moral rights and not to legal rights, lacking a detailed legal analysis about how to translate these moral claims into effective legal rules. The objective of this book is filling this gap. On the one hand, it is argued that animals are members of the moral community because they have moral as structure as well as moral as content and they are capable of learning and obeying (and disobeying) certain rules. From there, it is understood that political communities recognize legal rights to their members and, in this sense, not all animals belong to the same political communities, as Sue Donaldson and Will Kymlicka explained in detail in Zoopolis (2011). This volume reviews the rights of citizenship that should be recognized to animals that are part of our political communities; rights that are not only freedom, but also social and political rights. The book analyzes also issues such as industrial farms, the ethics of feeding or the ethics of using fur. Taking animal rights seriously means granting them the status of citizens with equal rights as those that human citizens already enjoy.